—¿Qué buscas en la habitación de Leonardo? —preguntó la madre, al encontrar a Artemisa buscando entre las gavetas de su hermano.
—¡Ay, madre! ¡Por poco me matas del susto! —respondió ella, llevándose las manos al pecho—. Nada más estoy buscando un bolígrafo de color rojo y una camiseta que necesito prestada. Por favor, no le digas nada a mi hermano, mamá. Ya sabes que a él no le gusta que busquen en sus cosas.
—Si sabes que no le gusta, ¿por qué no esperas y se las pides? Él no te niega nada, Artemisa. No está bien que busques entre sus cosas. No le diré esta vez para que no peleen, pero si te veo de nuevo, se lo diré —terminó la madre, cerrando la puerta tras ellas.
Artemisa esperó otro día en que la madre salió al mercado y Leonardo y su padre estaban en el trabajo, para así continuar con su búsqueda. Registró todo con tranquilidad. Arriba del armario, entre los colchones, debajo de la cama. Entonces encontró una caja debajo de la cama, muy bien guardada. En ella había alambres, pomos, objetos, herramientas. La tomó y la llevó a su auto. Luego continuó su búsqueda en la cocina. Allí encontró algunos sobres sospechosos. También los tomó y los puso en su auto. Salió hasta el anochecer.
—-
—Artemisa, ¿has tenido alucinaciones? —preguntó el psiquiatra.
—No, ninguna —contestó ella.
—¿No has vuelto a ver a tu amigo imaginario…? ¿Cuál era su nombre?
—Daniel… No, no lo he visto. No he hablado con él —dijo.
—¿Te has sentido perseguida? —continuó preguntado el médico.
—No…
—¿Crees que alguien te quiere hacer daño? —insistió.
—No creo, señor.
—¿Alguien conspira en tu contra?
—Para nada —aseveró—. Nadie quiere hacerme daño.
—Veo que todo está marchando bien contigo. Continúa con tus medicamentos y nos vemos en tres semanas.
—Muy bien, doctor.
Artemisa se levantó del sofá, dando una de sus sonrisas juguetonas al galeno y salió del despacho. Bajó las escaleras corriendo. Subió a su auto y tomó el celular enseguida para hacer una llamada.
—Daniel, ya salí del psiquiatra —dijo—. Nos encontramos donde siempre.
¿No nos estarás preparando una gorda, noo?
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¿Qué tu crees?
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Ya, a tí te lo voy a contar…pero dile a Daniel que se ande con mucho ojo…
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Jajaja!
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Fijo… Estoy con Antonio, aquí vas a liar una muy gorda, porque en cuanto aparecen sobres raros… ¡lío al canto con la justicia! (Si lo sabremos bien aquí en España con nuestro «queridísimo» Partido Popular.) No, en serio, Leonardo va adquiriendo cada vez más cara de sospechoso… Raro, muy raro…
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Jajaja… Pobre Leonardo… ¿Cómo lo vas a acusar?
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Ay, ya no sé, veo gente culpable por todos lados…
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No te pongas paranoico o te vas a la casa de reposo con Artemisa…Jajaja
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Si voy, acabo encontrando a Daniel… ni lo dudes 🙂
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Búscalo, búscalo…
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Juegas con ventaja… ¡y lo sabes!
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De vez en cuando hay que tener ventaja, no?
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Jajajajajaja. Pues claro, que si no el mundo andaría sin rumbo, a lo loco…
o no… 😉
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Seguro, mi amiguito…
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Aquí hay gato (digo, Daniel) encerrado. 😀 😀
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Jajajaja
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jajajaj muy bueno de veras no esperaba el final así. Me ha gustado.
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Pero no se ha acabado…
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que bien, esperando la continuación entonces
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Sí, la habrá.
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Buenisimo Mel, como siempre nis mantienes al filo del suspenso y del querer saber que vendra. Es bueno leerte. Abrazo.
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Mi amiga… que bueno que estés leyendo. Sabes cuánto lo aprecio. ¿Cómo está tu cuerpito? A mi me ha estado doliendo un montón con el clima. Hoy estoy mejor. Espero que tu estés bien. Abrazos.
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Amiga mía, este cuerpo llora por todos lados y cuando las emociones se revuelven. .. ya sabes dolor intenso al máximo, asi que toca oensar en cosas lindas y agradables. Por eso decido por gente linda como tu, y tus relatos que siempre son interesantes. Abrazos sin dolor para ti.
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Ay, que hermosa eres. Pues nos consolamos la una a la otra y así la llevamos mejor. Muchos abrazos sin dolor para ti también.
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Qué grande esta Arte. Dice que no sabe nada de Daniel y le llama por teléfono. Besitos Mel
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Jajaja… Pero Daniel no existe, no?
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Eso lo sabes tú corazón, je je je
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Tu también te lo puedes imaginar…Jajajaj
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Lo que faltaba es que apareciera Daniel y ya se a liado
Seguimos asustados.
Un besazo
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Buuuuuu…
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¡¡¡Daniel otra vez!!! Miedo me da seguir leyendo… 😛
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Jajaja… Pero tienes que llegar al final…
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