Mañana es otro día.5

Laura está tomando un baño de tina cuando escucha el timbre de la puerta. «¿Quién podrá ser a estas horas?», se pregunta. Sale rápidamente, agarra la bata y sin nada por debajo, baja la escalera y se dirige a la puerta. Deja la cadena puesta y se asoma. Tiene el pelo mojado. Al otro lado de la puerta ve al vecino.

—Hola… —dice sin abrir la puerta.

—¡Hola! —contesta él en tono animado enseñando la botella de vino.

Ella está confundida. Este muchacho puede ser su hijo. Sonríe y pregunta si viene a hacer una entrega volteándose para buscar la propina, aunque no tiene idea de quién podría haberle enviado el vino.

—No —contesta él—, no es una entrega. Soy su vecino y vengo a traerle este presente y a conocerla. ¿Esta usted ocupada?

—Pues solo me daba un baño… pero ya terminé —contesta abriendo la puerta y haciendo un gesto con la mano le dice—. Pasa, si me esperas un momento, voy a vestirme.

Tomás es un tipo canchero y conoce sus trucos para seducir a chicas muy guapas, las que van y vienen a su casa, y sin embargo, una mujer madura no tiene rollos y ha pasado por tanto «bla bla» que ha de saber a dónde llevan los halagos y las palabras fáciles, el sólo hecho de verla así, sin maquillaje o súper producida para esperar a un hombre, lo entusiasma de tal manera que decide seguir con su plan.

No pierde tiempo y comienza a mirar las fotos que por todo el mobiliario muestran las distintas facetas de esta vecina cada vez más misteriosa y menos desconocida, reconoce las mismas curvas que vio bambolear en bata. Está claro para Tomás, desea a esta mujer y ya es un reto para él conquistarla.

Colaboración: Poetas Nuevos

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